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CARTEL_de_DE_PROFUNDA_DIGNITATIS_(versió

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Video & Interview.

II International Roma Storytelling Festi

Espectáculo estrenado en Budapest (Hungría), en el

ROMA HEROES. II INTERNATIONAL ROMA STORYTELLING FESTIVAL.

De profunda dignitatis (foto 20) - copia

Crítica 1 / Review 1

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Crítica 2 / Review 2

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Crítica 3 / Review 3

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Dos mujeres que triunfaron sobre su destino.

En un mundo, el de hoy en día, en el que

la vida después de la muerte aparece para

muchos como una caricatura, como un sueño trasnochado sólo digno de personas poco formadas y/o poco científicas; no sirve ya la vieja disyuntiva que el diablo nos proponía de vender tu alma a cambio de riquezas y triunfos en tu presente vida terrenal.

¡No! ¡Ahora eso no vale nada!

¡Si no existe vida después de la muerte!

¡Bien barata podemos vender nuestra alma!

Para los ciudadanos de hoy, lo que de verdad tiene valor es lo que vivimos actualmente, lo que vivimos ahora, el presente, lo inmediato, el ahora mismo…  Ya es tarde… Eso es lo único que importa.

Por tanto, el demonio de hoy, el auténtico demonio de hoy, ese que no tiene ni cuernos, ni tridente, ni rabo;

lo que nos plantea ahora es algo bien distinto.

Él siempre está al día, a la última, a la moda

y viste bien. Siempre ha sido así.

Su propuesta nos abre ahora dos caminos diferentes. Por un lado, morir ahora mismo, en este instante, prescindir de aquello que tanto valor tiene para nosotros: nuestra vida. A cambio pasaremos, después de muertos, a la posteridad, a la historia, a la dignidad profunda y eterna, a la admiración, por lo que hicimos, del resto de los mortales.

Por otro lado, la conciencia mediocre; seguir viviendo con la certeza absoluta de una vida larga, pero que jamás dejará huella en nada ni en nadie. ¿Quizás, Juan?

La crueldad de la tesitura es obvia. ¿Quizás, Antonio?

Ellas dos escogieron bien.

Dos mujeres, dos gitanas, dos orígenes, dos clases sociales, dos regímenes y dos historias diferentes.

Una pobre y otra acomodada.

Una única y profunda dignidad.

Crítica 3 / Review 3

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“El arte de Gabriela Ortega, es singular, no se parece encarnando la poesía a ningún actor o recitador, sobre todo cuando interpreta poemas de temas taurinos. La sangre torera vieja de su estirpe y nueva de impetuoso torrente, le circula por las venas del verso, que vibra y serpentea con un hondo sentido del ritmo, ritmo dicho, cantado, bailado, toreado y esculpido, con una verdad, que solo Gabriela Ortega, ha sabido fundir en materia y espiritualidad hirviente.”

Gerardo Diego

Emilia Fernández, Tíjola, Almería, 1914. La vida de Emilia fue la propia de una familia gitana de la zona: vivían en una casa-cueva y fabricaba cestos de mimbre. Como muchas de la época, se dedicaba a trabajar el esparto, la hojalata y vender en los mercados. En julio de 1936 estalló la Guerra Civil y dos años después contrajo matrimonio, al estilo gitano, con Juan Cortés. A él lo llamaron a filas, y aunque en una primera ocasión logró librarse al hacer creer a los milicianos de la II República que estaba ciego, cuando volvieron y comprobaron que todo había sido una argucia, detuvieron al matrimonio. Juan acabó en la "Prisión del Ingenio" y a Emilia la enviaron a la cárcel de las "Gachas Colorás" donde ingresó el 21 de junio de 1938. Fue incluida en un grupo de cuarenta mujeres y jóvenes allí encarceladas por el terrible delito de ser católicas practicantes. El 9 de julio de 1938 se le condenó a seis años de cárcel. Por aquel entonces ya estaba embarazada y cuentan que su estancia en prisión se hizo más llevadera con la oración. Emilia La Canastera se negó a revelar quién había sido la mujer que la había catequizado, no quiso traicionarla. Esto le supuso un agravamiento carcelario. La joven gitana falleció tras parir una niña. Sus restos se depositaron en una fosa común del cementerio de Almería.

Gabriela Ortega, Sevilla, 1915. Artista y creadora de la poesía escenificada, recitadora universal del toreo, inimitable en el arte de unir a los poemas el compás del baile flamenco. Gitana de postín, proveniente de una familia con seis generaciones de cantaores, bailaores y toreros. Su padre de la dinastía de los Ortega y su madre Gabriela Gómez, de la dinastía de los Gallos. Traía en la sangre el baile y el cante. Su abuela, la “Señá” Gabriela Ortega Feria, su tía abuela, Carlota Ortega Feria, bailaoras muy reconocidas; al igual que sus tías y sus primas. Familia de cantaores como Enrique El Gordo, Curro Dulce, Espeteta y su primo Manolo Caracol. Sus hermanos, toreros, Gallito y Gallito Chico. Su tío… el torero que inmortalizara Federico García Lorca en su lamento: Ignacio Sánchez Mejías. En la Universidad de Sevilla, llega a ser primera actriz del Teatro Español Universitario. Fue enviada por el Ayuntamiento de Sevilla a la boda, en Roma, de los Condes de Barcelona, padres del futuro Rey Juan Carlos I. Va en representación del Colegio de las Irlandesas, donde fue compañera de estudios de Doña María de las Mercedes. Su familia, por motivos profesionales de sus hermanos, se traslada a vivir a Madrid; y allí, sigue relacionada con el mundo del arte y la literatura. Conoce a muchos de los poetas de la Generación del 27 quienes le dan a leer sus poemas y al ver sus cualidades interpretativas, su voz profunda, su figura y su talento, la animan a representarlos en escena. Es contratada en los espectáculos de Manolo Caracol, Conchita Piquer y El Príncipe Gitano, que la llevan a actuar por toda España. En 1950 da su primer recital en solitario en el Teatro Lara de Madrid, siendo un gran éxito. Admirada por Gregorio Marañón, musa de Rafael Alberti… fueron muchos los que alabaron las cualidades interpretativas de Gabriela: Agustín de Foxá, Gines Liébana, Fernando Mígnoney y Antonio Mingote.

En 1958, la Medalla de Oro en el Arte de la Interpretación.

De repente, el Ministro de Educación, Lora Tamayo, le envía una carta firmada también por el escultor del Valle de los Caídos, Juan de Ávalos y el Director del Instituto de Cultura Hispánica, con la “indicación” de no poder recitar en los teatros españoles a los poetas prohibidos por el régimen: Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, los hermanos Machado... Ella se niega. Es condenada al exilio por el gobierno de Franco. Parte a América. Cosecha grandes triunfos en Argentina donde le dedicaron, en el Teatro Nacional de Buenos Aires, un sillón con su nombre grabado en oro. En los sesenta llevó la poesía flamenca a México, Venezuela, Colombia, Perú, Chile, Cuba, Panamá, Ecuador, etc. Sus actuaciones fueron pasadas por las Televisiones Americanas. En México, el trofeo más importante; el “Azteca de Oro”. También allí, en cine: "Échame la culpa" con Lola Flores y Miguel Aceves Mejías, donde interpreta, en declamación y baile, el poema de su coetáneo Manuel Benítez Carrasco, “Uno, dos y tres”. En Colombia, una cátedra, dando clases durante tres años. Escribe el guión de una película, "Café cantante" y el libro “Dinastías toreras de Andalucía”.

Volvió del exilio, hizo algunas apariciones en la televisión andaluza alternando con actuaciones esporádicas en peñas taurinas. Actuó en Granada en el Palacio de Congresos, con Cristina Hoyos. Doña Gabriela… había caído en el olvido. Nunca dejó la creación y hasta el final se dedicó a la pintura y la escritura. Murió en 1995, en una residencia de ancianos.

Descansa en el panteón de “Joselito el Gallo”, su tío, en el cementerio de San Fernando de Sevilla, ciudad que le dedicó una glorieta en el Parque de María Luisa.

Glorieta_Gabriela_Ortega_en_el_Parque_Ma
Glorieta Gabriela Ortega 6.jpg

Allí reza:  

“Gabriela Ortega Gómez,

la recitadora.

Luz y memoria…”

Light & Memory . . .

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